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martes, 9 de agosto de 2011

7 de agosto – Visita a Brisbane






El domingo he tenido tiempo para visitar la ciudad. Me refiero a Brisbane, porque resulta que vivimos en un barrio a las afueras. En Coorparoo. Una auténtica ciudad lineal. Así que si hay que moverse es mejor tener un coche o unas buenas piernas. Afortunadamente tengo mala memoria y como decía mi primer jefe “Edu, el que tiene mala memoria necesita unas piernas fuertes”. Lo decía por él, pero conmigo también acertó. Y me han servido para el resto de mi vida. Las piernas, digo.

El caso es que por la mañana fui a la parada del autobús. Pero debo tener una cara de despistado internacional, porque se me acercó un chaval y me dijo que la línea que esperaba era muy irregular en sus horarios (también ocurre en Australia) y que mejor me acompañaba a otra por la que pasaban otras líneas. Fue entretenido y me enteré de un par de cosas. Como por dónde sale la gente los fines de semana. Pero creo que no lo recuerdo. Cavendish? Algo así. Por cierto, hay que pasar la tarjeta a la entrada y a la salida. Supongo que para saber la zona en que te bajas y cobrarte conforme a esto. Todavía no he averiguado qué ocurre si no lo haces.
Cuando estaba llegando recordé que en mi “paquete de bienvenida” decía que era conveniente que me dejara caer por South Bank. Pero no decía para qué. Supuse que para cambiar dinero, pero cuando dejé atrás la parada me di cuenta de la razón. Estaba al pie del puente de acceso a la ciudad y las vistas eran estupendas. Lo dejé para el final. Lo curioso es que en algún momento del día me enteré que había un mercado allí y era un buen lugar al que ir. Y efectivamente lo fue.
Provisto con un mapa sin puntos turísticos marcados, me decidí encontrar una oficina de turismo. Y dónde mejor que la estación central, que estaba al lado de donde me dejó el autobús. Craso error. Es domingo y está todo cerrado. Quiero decir, todo lo que necesitara, porque las tiendas y los centros comerciales están todos abiertos. De hecho hice la compra en alguno de ellos y estuve cargando todo el día con Nesquik en la mochila (sí, hay, pero no Colacao).
A partir de aquí me guié como se guiaban en la antigüedad: acercándome a los edificios más altos, impresionantes, y siguiendo las calles principales que siempre llevan a la masa humana. Dicho y hecho. Casi al final del día encontré uno de esos planos turísticos de orientación y resulta que visité los puntos más importantes salvo el “molino antinguo”, pero no me quita el sueño. He visto muchos a lo largo de mi vida y estoy bastante seguro que éste no tiene nada de especial.
Lo que más me llamó la atención la cantidad de pequeñas iglesias en contraste con los edificios tan altos. Esta imagen se repetía en muchas calles con todos los tipos de ramas del cristianismo.


















Visité la catedral, anglicana como no podía ser de otra manera, el ayuntamiento, el río espectacular y los grandes edificios. Entre ellos el Edificio Aurora, nombre clásico en mi familia. Y absurdamente me devolvió unos segundos a casa. Me encantó el mercadillo junto al río y los barcos antiguos con una rueda que recordaba a los barcos del Mississippi.

Tuve ocasión también de pasear por el jardín botánico, donde me dijeron que se podía alquilar una bicicleta para pasear. Por cierto que también era necesario alquilar un casco, ya que es obligatorio por aquí. Es un parque estupendo para pasar un domingo de picnic, jugando a la pelota o al fisbi. Me gustó mucho.
Al final del parque se encuentra el campus de la universidad BUT (Brisbane University of Technology). Parecía bastante agradable. Con un comedor con terraza y bastantes laboratorios. No parece un mal sitio para estudiar. Luego descubrí que existen, al menos, dos universidades más BLD y otra privada.
Y para el final dejé, como dije, la zona del South Bank, en la otra parte del río. Con su teatro, escuela de arte parecía un lugar interesante. Y lo es. Un paseo precioso por el río con todos los “rascacielos” y otras construcciones interesantes enfrente. Sobre todo la alameda de árboles de metal que recuerda un escenario de la novia cadáver. A la vez tétrico y bello. Pero es únicamente mi sensación.


Al final de este paseo se abría un nuevo mercadillo. Esta vez de jóvenes creadores. Que parece que sólo crean para mujeres, pero en fin. Allí almorcé. Parece que cuando pides agua puedes escoger entre embotellada o “table water”. Lo que viene siendo agua del grifo. También te dan un número que te llevas a la mesa que quieras para saber dónde tienen que llevarte la comida. Es bastante curioso porque lo había visto antes y no lo tenía claro.
Finalmente ha sido curioso ver una pagoda nepalí, que hicieron para la exposición universal de 1988. Las figuras decorativas parecían sacadas del Kamasutra. Hay fotos. Pensaba que era un lugar de meditación…



















Después de dormir una siesta en el césped y al templado sol de invierno (el ecuador está sorprendentemente cerca de Australia; sorprendente porque yo no lo sabía) intenté localizar el molino, sin éxito. No memoricé su ubicación pensando que aparecía en mi plano. El viaje no fue en vano. Visité un tercer mercadillo (qué hippies son por aquí). Esta vez era una especie de Cambalache. Cualquiera que tuviera algo que vender se instalaba junto al puente Victoria, en la calle Elizabeth. Mayormente ropa de chica. Y de paso visité el centro comercial, que estaba ocupado por una sola tienda, David Jones. ¿El pirata? Seguramente, pero de otro tipo.
Y fin. Volví a casa temprano. Las 16:30. Después de haber visitado la ciudad. La próxima vez me lo tomaré con más tranquilidad y me pasaré por algún museo. Sobre todo por el de arte moderno. Tienen una exposición surrealista que tiene buena pinta.


1 comentarios:

Blogger Antonio ha dicho...

Me alegro un montón Edu, que tu aterrizaje en la City haya ido Ok,

Saludos, AHM.

9 de agosto de 2011, 23:52  

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